Es por todo esto que los amigos que hacemos deben ser hombres o mujeres que amen y sirvan a Dios. Pues son ellos los que se convertirán en personas con las podrás contar en todo lo que necesitas, pero sobre todo en lo más importante y en lo que tiene gran valor ¡la oración!
Este tipo de relación va a lograr que estén el uno para el otro, ya que cada uno ha de pasar por diferentes temporadas en la vida. Y sin ellos no vas a poder llegar lejos en tu propósito de vida y relación con Dios. Tener amigos cercanos en quienes confiar es algo que vemos en las Escrituras, un gran ejemplo lo encontramos con David y Jonatan ellos tenían una hermosa amistad, y estuvieron el uno para el otro en las buenas y en las malas. Dios usó a Jonatán para bendecir a David e incluso cuando Jonatán ya no estaba, David encontró una manera de seguir siendo amable con el hijo de Jonatan, Mefiboset. Las amistades se forjan en las buenas y en las malas, no existen amigos que no fallan, de hecho tu de alguna manera le podrás fallar a tus amigos, es por ello que no debes buscar amigos perfectos, sino más bien fieles, que teman y amen profundamente a Dios. Tal vez estemos demasiado ocupados para tener muchos amigos, pero nunca debemos estar demasiado ocupados o demasiado desinteresados, para no ser amigos de aquellos que nos animarán a caminar con Cristo y nos impulsarán en alcanzar nuestro propósito y bendición.